
Puedo contar muchas anécdotas de esos 6 meses, pasando desde las ineptas agencias inmobiliarias, hasta los zulos por precios exorbitantes. Lo más increible que me llegaron a pedir fue un aval de 4 años; y lo más asombroso que llegué a ver una cocina donde sólo podía entrar una persona a la vez.
Finalmente ha llegado la hora, hay un contrato firmado con caseros tan amables que sorprenden, sin inmobiliarias que saquen tajada y con espacios tan amplios como hasta una terraza (donde ya visualizamos las BBQ de verano), todo cambiará en una semana...
Cada cosa cae por su propio peso... es cuestión de paciencia y no perder la esperanza de q aparecerá!